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noviembre 24, 2021
Descubra la opinión de los expertos sobre las últimas investigaciones científicas relativas a las deficiencias nutricionales en lactantes y niños pequeños, y cómo abordar las carencias nutricionales en los primeros años de vida.
Los primeros 1.000 días de vida son un periodo crítico y vulnerable del desarrollo humano. Durante este tiempo, se requiere una nutrición adecuada para sentar las bases de la salud a largo plazo.4 Los micronutrientes, que se refieren a oligoelementos y vitaminas, desempeñan papeles estructurales y funcionales críticos en todo el organismo. Dado que la primera infancia es un periodo de intenso desarrollo físico y mental, las deficiencias de micronutrientes en las primeras etapas de la vida pueden perjudicar significativamente el potencial del niño a largo plazo.5 Una nutrición deficiente durante el desarrollo temprano no sólo aumenta el riesgo de enfermedad del niño, sino que también se ha informado de que aumenta el riesgo y la susceptibilidad a desarrollar afecciones médicas importantes como raquitismo, anemia, cardiopatías coronarias, diabetes tipo 2, cáncer y osteoporosis.1,3,5,6
Según el Dr. Van Dael, además de los problemas de salud visibles, las carencias nutricionales en las primeras etapas de la vida exponen a los lactantes y niños a una serie de deficiencias en el desarrollo y otros problemas de salud subclínicos que no se ven fácilmente. En concreto, las carencias de micronutrientes pueden perjudicar el desarrollo físico, reducir la función cognitiva y disminuir la inmunidad.5 Otras manifestaciones de la carencia de nutrientes en lactantes y niños pequeños incluyen crecimiento vacilante o pérdida de peso, bajos niveles de energía y cambios en el estado de ánimo y el comportamiento.7 Estas situaciones también pueden dar lugar a peores resultados educativos y cognitivos.1,8
Las deficiencias nutricionales durante la lactancia y la primera infancia son motivo de preocupación en todo el mundo. En todo el mundo, el 45% de las muertes de niños menores de cinco años están relacionadas con la desnutrición.3 Además, casi un tercio de la población mundial está afectada por una o más carencias de micronutrientes.5
Diversos estudios han investigado el alcance y la importancia de las deficiencias nutricionales en niños de todo el mundo. Un estudio evaluó el estado nutricional de niños tailandeses de entre 6 meses y 12 años y descubrió que más del 50% presentaban una ingesta insuficiente de calcio, hierro, zinc, vitamina A y vitamina C.9 Otro estudio evaluó el riesgo alimentario de niños pequeños de entre 12 y 36 meses en Irlanda y descubrió que muchos presentaban carencias de nutrientes clave como hierro, zinc, vitamina D, riboflavina, niacina, folato, fósforo, potasio, caroteno, retinol y fibra alimentaria.10 Un estudio reciente realizado en Estados Unidos examinó la ingesta de alimentos y bebidas de niños de entre uno y seis años y descubrió una ingesta insuficiente de hierro, vitamina B6, calcio, fibra, colina, potasio y ácido docosahexaenoico (DHA).2
El Dr. Van Dael explica que, aunque las carencias específicas de nutrientes pueden variar de un país a otro, las deficiencias de nutrientes en los niños pequeños son motivo de preocupación en la mayoría de las regiones del mundo. Las carencias de hierro, vitamina A y zinc se encuentran entre las más comunes en todo el mundo, especialmente en niños pequeños.8,11,12 A continuación se destaca la importancia de estas carencias específicas.
El organismo necesita hierro -un mineral- para crecer y desarrollarse, así como para sintetizar los glóbulos rojos que transportan el oxígeno por todo el cuerpo. El estado del hierro es crítico en el desarrollo temprano dado su papel en el metabolismo energético y en el sistema nervioso en desarrollo.13 Un nivel adecuado de hierro en la primera infancia es crítico para el desarrollo y la función de los órganos, especialmente para el cerebro y el sistema inmunitario.14
Las consecuencias de la carencia de hierro son especialmente graves en la infancia, debido a las exigencias del crecimiento y el desarrollo. Los lactantes que sufren carencia de hierro a una edad temprana corren un alto riesgo de sufrir retrasos en el desarrollo y déficits cognitivos, que pueden persistir durante la edad adulta.15,16 Se ha demostrado que los trastornos cognitivos asociados a la carencia de hierro dificultan el comportamiento del niño, su éxito educativo y, en última instancia, su potencial económico.17 Una causa común de la carencia de hierro en los niños es la insuficiencia de hierro en la dieta, combinada con pérdidas gastrointestinales debidas al consumo excesivo de leche de vaca.18
La carencia de hierro también contribuye a la carga mundial de anemia.11 A pesar de los esfuerzos mundiales para reducir la anemia ferropénica, la prevalencia de la anemia sigue siendo alta en muchas regiones.19 Un informe de 2008 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) reveló que aproximadamente el 47% de los niños en edad preescolar corrían el riesgo de padecer anemia ferropénica.11
Estos hallazgos tienen una relevancia única, dado el papel del hierro como sostén de nuestro sistema inmunitario. Un estudio realizado en 2020 por Stoffel et al. demostró que la deficiencia de hierro en los lactantes provocaba una respuesta reducida a las vacunas contra la difteria, la tos ferina y el neumococo.20 Los lactantes con anemia ferropénica experimentaron una mejor respuesta a la vacuna contra el sarampión cuando se les administró un suplemento de hierro en el momento de la vacunación.20
La vitamina A es una vitamina liposoluble que interviene en la visión, la producción de glóbulos rojos y la función inmunitaria. También es necesaria para la formación y el mantenimiento normales del corazón, los pulmones, los riñones y otros órganos.21 La vitamina A es un nutriente esencial para el sistema inmunitario y la visión.22,23 Los periodos prolongados de ingesta inadecuada de vitamina A durante la primera infancia pueden provocar ceguera nocturna, anemia y una menor resistencia a las infecciones.23
Los lactantes y los niños pequeños son los más expuestos a las consecuencias para la salud asociadas a la carencia de vitamina A.23 Según un informe mundial de la OMS de 2009, un tercio de todos los niños en edad preescolar presentaban carencia de vitamina A entre 1995 y 2005.23
El zinc desempeña un papel importante en el crecimiento, la cicatrización de heridas y la inmunidad. Estas funciones incluyen el metabolismo de los hidratos de carbono y las grasas, el apoyo inmunitario, la capacidad del gusto y la cognición.24 Se sabe que los lactantes y los niños con carencia grave de zinc sufren retraso del crecimiento.25 La carencia de zinc puede provocar alopecia, disgeusia (sentido del gusto reducido), competencia inmunitaria reducida y deterioro de la cicatrización de heridas.25
La suplementación de lactantes y niños ha demostrado ser eficaz para promover el crecimiento. Un análisis de múltiples ensayos clínicos demostró que la administración de suplementos de zinc mejoraba tanto el aumento de peso como el crecimiento lineal en los niños, sobre todo en los mayores de dos años.26
El Dr. Van Dael esboza algunos de los principales componentes que intervienen en el tratamiento de las carencias de nutrientes. Entre ellas se incluyen: 1) identificar los nutrientes clave y la viabilidad de la suplementación, 2) examinar la calidad y biodisponibilidad de los nutrientes, 3) buscar la orientación de expertos y emplear las directrices de organizaciones de ciencias de la nutrición, como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y la Academia de Nutrición Temprana (ENA) y, por último, 4) aprovechar las normas reguladoras.
Como explica el Dr. Van Dael, los datos científicos se utilizan para establecer las necesidades nutricionales, que son las ingestas de nutrientes necesarias para que el organismo funcione correctamente. Las autoridades nacionales y los institutos como el Instituto de Medicina (IOM), la EFSA y la OMS utilizan después estos requisitos de nutrientes para establecer recomendaciones dietéticas para la población general, con valores de nutrientes estratificados por grupos de edad.
Las normas reguladoras también desempeñan un papel fundamental a la hora de ayudar a gestionar las carencias de nutrientes, ya que proporcionan criterios a toda la industria para ofrecer productos seguros y de alta calidad a los consumidores. Como afirma el Dr. Van Dael, estas directrices informan sobre los niveles seguros de nutrientes y el etiquetado de los productos para ayudar a educar al consumidor.
El Codex Alimentarius es un ejemplo de autoridad internacional de expertos creada por la FAO y la OMS con el fin de elaborar y aprobar normas internacionales que contribuyan a apoyar los esfuerzos mundiales en materia de nutrición y salud. El Dr. Van Dael explica: "El Codex Alimentarius ofrece un foro para colaborar entre las principales partes interesadas y desarrollar normas nutricionales seguras y adecuadas que puedan ayudar a cumplir los objetivos nutricionales que las autoridades sanitarias han definido para mejorar la salud y la nutrición durante la infancia."
Un ejemplo del papel que pueden desempeñar las orientaciones de los expertos y las normas reguladoras en la mejora de la ingesta de nutrientes se refiere a las fórmulas para niños pequeños, también conocidas como leches de crecimiento.
Según un informe de la EFSA de 2013, la ingesta dietética de ácido alfa linoleico (ALA), DHA, hierro, vitamina D y yodo era baja en lactantes y niños que viven en Europa.27 Del mismo modo, un estudio realizado en Francia descubrió que el consumo de leche de vaca en niños de uno a dos años provocaba insuficiencias de ALA, hierro, vitamina C y vitamina D.28 En este estudio, se observó que el uso de fórmulas lácteas específicamente formuladas dirigidas a niños de uno a tres años (YCF) reducía significativamente el riesgo de estas insuficiencias.
Además, un estudio realizado en el Reino Unido reveló que el consumo de leche artificial y la administración de suplementos a los niños pequeños era una forma más eficaz de satisfacer las necesidades de nutrientes establecidas, en comparación con la aplicación de cambios en la cantidad o variedad de la ingesta de alimentos.29
Como resultado de estudios como estos, varios paneles de expertos han proporcionado orientación para la composición de los YCF, fusionando la evidencia de los ensayos clínicos con la experiencia científica para aportar una orientación útil a los reguladores y fabricantes que diseñan productos para abordar las preocupaciones nutricionales.30-32
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