La Maestra Perfumista Honorine Blanc combina una innegable fuerza personal con la sensibilidad de un verdadero espíritu artístico. No huele sus fragancias, las siente.

Nacida en Beirut, pasó allí sus primeros años; su carácter fue moldeado por su cultura dinámica y refinada. Estudió en París, donde se introdujo en el mundo de la perfumería. Honorine llegó a Nueva York de la mano de la Maestra Perfumista Sophia Grojsman, de la que nunca se marchó.

A Honorine le encanta tomarse tiempo a solas para reflexionar y observar el mundo que la rodea. Se evade a través de los libros: es una lectora voraz. "¡Las mujeres que leen son peligrosas!" dice con una sonrisa pícara. De hecho, su selección de libros es ecléctica e intrigante y ayuda a explicar quién es: entre sus autores favoritos están Stefan Zweig y Khalil Gibran. Escapa gracias a su afición a navegar: en alta mar se siente totalmente libre. Y escapa a través del arte: A Honorine le encanta viajar y visitar los museos más importantes del mundo, pues considera que "el arte emociona, vibra de energía y belleza moderna". Le conmueven especialmente la enigmática obra de Gerhard Richter y los desnudos femeninos cuyos cuerpos y curvas la conmueven con sus imperfecciones.

Pero cuando se trata de su trabajo, Honorine es una perfeccionista. Quiere crear fragancias que sean "en sí mismas imperfectas y adictivas, llenas de nuevas ideas, tensiones y emociones". Comprenderlas me ayuda a crear nuevas estructuras y texturas". Le apasiona comunicar lo que sólo los perfumes pueden: formas que nos transporten con la sencillez y claridad de sus estructuras, añadiendo la sensualidad intangible y la adicción que hacen grande a una fragancia.

A Honorine le gusta especialmente crear sin los límites de un proyecto, pues le encanta la oportunidad de arriesgarse y hacer una nueva declaración. "No creo en las reglas cuando trabajo en una fragancia. Quiero liberarme y liberar mi mente para explorar nuevos territorios. Es cuando puedo ser más creativo".